Las botas texanas, o botas vaqueras, tal y como las conocemos hoy en día se han puesto de moda y han dejado de estar de moda varias veces desde finales de los años de 1940. Tal vez su ingreso a un concepto relacionado con algo “fashion” se lo debemos a la actriz Wendy Waldron, quien posó con un par de botas a media pantorrilla en una escena de una antigua película del Oeste de Hollywood.
Sin embargo, el estilo actual es bastante anterior a la historia reciente. Las botas se diseñaron originalmente para los auténticos vaqueros trabajadores que, según algunos historiadores, ya vivían a principios del siglo XVIII. Lo que les dio la particularidad que las distinguiría para siempre fue el hecho de que los ganaderos estadounidenses agregaron un tacón alto a lo que por entonces era un calzado híbrido entre la bota Wellington británica y un diseño anglo-alemán menos conocido de la época de la colonia británica llamado Hessian.
La marca Lucchese, con sede en San Antonio, Texas, fue la primera en capitalizar este estilo práctico. La historia cuenta que el cordonero italiano Sam Lucchese emigró de Sicilia con sus hermanos y vio un hueco en el mercado texano de botas duraderas y económicas para los trabajadores del rancho. La marca fue adquirida por Blue Bell Corporation -la empresa matriz de Wrangler, otro básico del guardarropa estadounidense- en 1970, pero un par de Lucchese clásicas sigue siendo el estándar de la industria desde entonces.
Se dice que el cantante Bing Crobsy fue una de las primeras celebridades en solicitar un diseño personalizado y que John Wayne, probablemente el actor más célebre de películas tipo western, fue un cliente fiel durante más de 50 años.
Mas adelante, el mundo de la moda conocería una versión más refinada de la bota gracias a Marilyn Monroe. La icónica rubia posó en una sesión de fotos de San Valentín con un divertido traje de vaquera de dos piezas y un par de texanas cortas al principio de su breve carrera.
Este estilo kitsch y divertido fue muy apreciado como vestuario durante las tres décadas siguientes, hasta que Raquel Welch se enfundó un sexy par de jeans blancos en la comedia de los 70 “Myra Breckinbridge”. En el apogeo de la era disco, también en la década de 1970, las botas texanas se convirtieron en una buena opción para bailar toda la noche en el mítico Studio 54 neoyorquino. Las asistentes a la discoteca combinaban su calzado con pantalones ajustados y vestidos escotados.
A finales de los 80, Diana, Princesa de Gales, otorgó a este estilo un aristocrático sello de aprobación. La princesa que encarnó como nadie a la realeza como ícono de la moda (se decía que agotaba los stocks ropa con sólo mirarla) lució unas informales botas texanas marrones con un delicado detalle de calado, gorra de béisbol, buzo y jeans en un partido de polo a beneficio en Windsor, Inglaterra, en 1988.
El atuendo fue considerado polémico en su momento, pero desde entonces ha dado paso a que otros miembros de la familia real británica rompan con la tradición y se dejen fotografiar en jeans, entre otras cosas.
Con el cambio de milenio, las botas texanas sufrieron la transformación que más controversia (siempre en términos de moda) ha provocado hasta la fecha. Artistas de música country y estrellas pop lucieron en la alfombra roja versiones bordadas con mariposas de pedrería y variaciones que para los críticos de moda fueron consideradas directamente “atrocidades”.
Entre las víctimas predilectas de los puristas estuvieron Britney Spears y también Taylor Swift. Kate Moss y Sienna Miller consiguieron dar credibilidad al estilo en el circuito de festivales musicales de la época, pero no consiguieron devolver al icónico calzado a la consideración fashionista.
La tendencia permaneció manchada por una fuerte asociación con el mundo de la música country y la empatía política de derechas hasta el otoño de 2014, cuando el diseñador tejano Tom Ford reimaginó la bota vaquera para la alta costura. El diseñador presentó una versión glamorosa del clásico estadounidense en su desfile de Londres. Para muchos especialistas, ese día marcó el regreso y desde entonces, un buen par de texanas siempre están “de moda”